Evitar los lugares donde puedes sufrir un ataque no es la solución. Con frecuencia, el temor a sufrir un episodio impide desarrollar actividades como pasear, conducir o evitar el transporte público y lugares concurridos. Pero la causa de este temor no está en el exterior. Es miedo al propio miedo, y hay que superarlo. Lo más adecuado es procurar atención psicológica con anterioridad para que el día a día no se vea limitado.
Numerosos estudios muestran que, sin un tratamiento eficaz, puede adquirir un carácter crónico con periodos de mejoría y de exacerbación. Al igual que otras enfermedades mentales, puede ser superado si se procura atención psicológica. El tratamiento debe orientarse inicialmente a la exploración y entendimiento de la casuística y circunstancias vitales de cada persona. Posteriormente, es importante capacitar al paciente en la observación, entendimiento y control de las sensaciones físicas, emociones y pensamientos implicados en los episodios de angustia. Técnicas como la exposición interoceptiva o el entrenamiento en relajación progresiva son elementos muy eficaces si se integran en un proceso terapéutico adecuado.